Quince días antes, el Gordo, como lo llamaban en el ambiente fierrero, había logrado su último triunfo en el TC en la Vuelta de Santiago del Estero,y aquel día primaveral de 1984 nadie presagiaba el trágico final del experimentado piloto de por entonces 52 años.
Suárez sobresalió en los años setenta en el turismo carretera y era querido, respetado y admirado por sus colegas de la dirigencia y del automovilismo. Compitió con su Dodge junto a su hermano Pedro Suárez durante más de una década, en las épocas donde el piloto- mecánico era la pieza fundamental del éxito.
Hombre de taller, de trabajo y de excelente relación con sus pares, Octavio Suárez llegó a pelear un campeonato con Roberto José Mouras, quien arrasó con todo en la era Dodge en los ochenta junto a Martinez Boero y Oscar Castellano y que también perdiera la vida en una carrera, pero en 1992.
Octavio y Justo Suárez funcionaron como un verdadero equipo de trabajo que se esforzaba codo a codo en cada carrera. El Gordo había debutado en el TC en 1966 en la Vuelta de Olavaria con un Ford, con su incondicional hermano Pedro.
Mientras asentaba y motivaba su trayectoria dirigencial en la ACTC, Suárez se sumó a Dodge en 1970 y tres años después logró su primera victoria en Salto. Como presidente de la entidad teceísta estuvo al frente casi una década, y su asunción fue en 1974.
En 1977 propuso mediante un comunicado,una reunión en la sede de la calle Bogotá para dar una solución al conflicto entre el Automóvil Club Argentino y la ACTC, que hasta ese momento estaba siendo controlada por esta institución.Era el primer paso firme y constante para lograr la independencia del TC, que finalmente alcanzó en 1979, año en que el ACA da lugar a una nueva categoría: el TC 2000.
"Queremos demostrarle a quienes piensan y dicen que no saldremos adelante por carecer de la suficiente capacidad directriz para discernir los problemas, que la ACTC se puso los pantalones largos y puede encarar la fiscalización de su propia actividad. Aspiramos a un automovilismo argentino mejor y más grande. Que Dios nos ilumine", señaló Octavio Suárez en una circular de1977. En 1984 dejó un legado fierrero imborrable para la posteridad y allí nació la leyenda.
"Queremos demostrarle a quienes piensan y dicen que no saldremos adelante por carecer de la suficiente capacidad directriz para discernir los problemas, que la ACTC se puso los pantalones largos y puede encarar la fiscalización de su propia actividad. Aspiramos a un automovilismo argentino mejor y más grande. Que Dios nos ilumine", señaló Octavio Suárez en una circular de1977. En 1984 dejó un legado fierrero imborrable para la posteridad y allí nació la leyenda.
by Mariela Delay
FOTO: MUSEO FANGIO- BALCARCE
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